Los posos últimos de este amargo té se me
antojan invencibles.
Se alojan en mi garganta,
agotan mi sed desprovista de mares;
como tus besos: ineludibles.
Recuerdo de esos días el descontento
masificado,
las cruzadas modernas,
la búsqueda incesante de cambio
en el patio de recreo del hombre:
desvalijado.
Hice.
Y aún está por rehacerse lo deshecho.
Y en el vacío de este pecho anidan,
como bandadas de pájaros desarraigados,
instantes de desaliento que, insistentes,
erosionan el pesaroso sentir del despecho.
Te hablo de la piel marchita que
reinvento con mis dedos,
del verso escurridizo que da sentido al
cuento,
del sueño obnubilante que revuelve a mis
tinieblas;
te hablo de las arcadas consecuentes,
del
malestar,
del viento.
Y en este purgatorio convenido,
esta antesala – consensuada – de desamor,
me pregunto si tu tiempo es a cobro
revertido.
Me cuestiono la distancia entre lo que
creo saber y lo que realmente sé;
pienso en los no sé; los puede ser; los
tal vez.
Ese amasijo de verdades
que forman por su masa heterogénea
un mensaje imposible de descifrar.
Al menos con precisión.
Porque un loco diría que es amor.
Pero, ¿quién es ese loco si no soy yo?
"Me pregunto si el tiempo es a cobro revertido".
ResponderEliminarMe ha parecido una frase excelsa